Hace algunos años leí el título de
una cadena de correo que decía “La raza humana se dirige hacia la estupidez”.
Atraído por tan singular título, abrí la cadena. Esta contenía una serie de
errores de las personas al utilizar ciertos productos. Ahora, luego de haberme
querido informar sobre la coyuntura actual vía Facebook, no puedo sino recordar de nuevo tan interesante título.
Me pregunto desde cuándo se volvió tan importante
soltar una opinión, de tener una verdad a la cual defender contra todo y contra
todos. Pasa a un segundo plano si mi opinión es informada, si tengo idea de lo
que estoy defendiendo o si vale la pena pelearme o entrar a discusiones porque
otra persona tenga una opinión marcadamente diferente a la mía. Mucho menos
importa si la postura que tenga sobre un tema es propia o sólo estoy repitiendo
cosas que leí de alguien más. No nos consta ni un carajo de lo que decimos pero hay que opinar. “Opino, luego existo…”
(Autor: Paweł Kuczyński) |
Luego de leer tantas barbaridades en la mencionada red
social, creer que el mundo puede ser un lugar mejor, donde todos respetemos
nuestras diferencias, se convierte en una cuestión de fe; y no hablo de esa fe
que mencionan los dogmáticos de esperar a que venga el Todopoderoso a arreglar
mi vida (porque soy un siervo, obedezco y rezo mucho), sino esa fe que significa
aferrarse a una creencia a pesar de que no tengas ni la más remota evidencia de
que ello puede ocurrir. En momentos de decepción como estos, creo que el mundo
(mi mundo), estaría mejor si hubiese más ignorantes en lugar de tantos
estúpidos. Me uno a Sheldon Cooper cuando dice: “Uno llora cuando está triste.
Por ejemplo, yo lloro porque otros son estúpidos y eso me entristece”.
Y por estúpido no me refiero a alguien que no sepa
algo, o a alguna persona que no tenga “inteligencia”. Un estúpido es aquél que
no tiene una opinión propia, siguiendo al resto sin saber plenamente por qué; no se informa y/o mata por tener la razón; cree que la única verdad
está de su lado. La gran virtud del ignorante es que desconoce de algún tema, y
puede aprenderlo. No tiene la intransigencia del estúpido y tiene la capacidad
de elegir si se informa o no.
(Autor: Paweł Kuczyński) |
El mayor peligro del estúpido es que desconoce los
límites de su estupidez. Cree estar informado sólo viendo noticias o leyendo opiniones
y comentarios de otros; cree que por seguir una religión o citar la Biblia sin
entender una palabra de lo que dice, ya tiene una verdad incuestionable. Pero no
hay una opinión propia, ni mucho menos un criterio. Sólo se trata de opinar y
entrar a la gesta, al debate.
Me da mucha pena el ver qué tan fácil es polarizamos como
sociedad por un tema coyuntural. Hace poco nos matábamos por los candidatos
presidenciales; ahora nos matamos porque a unos les surgió la vena protectora
de padres y tienen miedo de que sus hijos se conviertan en homosexuales (¿ser
felices tal vez?). Estas cosas sacan lo peor de nosotros. “Humano, demasiado
humano” en palabras de Nietzche.
Abajo: gente en las marchas y sus opositores. Arriba: los medios y "líderes" de opinión |
¿Cuándo murió la posibilidad de que podamos tener
puntos de vista diferentes sin que ello implique un desagrado hacia el otro? ¿Cuándo
fue que nos volvimos tan estúpidos como especie?
Creo en que la gente puede cambiar y en que todos
podemos llevarnos bien, pero hay días donde de verdad, con estos humanos, se
hace difícil. Bad humanos...
Un día a la vez…
Entrada anterior:
Resaca del 14 de febrero:
Siguiente entrada:
La vida en una canción:
No comments:
Post a Comment