Saturday, May 28, 2016

Porque [no] creo en ti...


No es secreta mi indiscreta apatía hacia la selección de fútbol. Si había algo sobre lo que pudiera escribir de forma cómoda, sencilla y rápida -ideal para agarrar el impulso necesario de revivir a este hijo después de 6 meses [http://el-silencio-escrito.blogspot.pe/2015/10/mi-hijo-olvidado.html], es el fútbol. No pretendo volverme opinólogo de fútbol ni tampoco publicar alineaciones que llevarán a Perú al Mundial o críticas post-partido. Con la Copa América Centenario a puertas (ojo, diferente a la Copa América del año pasado), y más interesado y expectante por la Eurocopa que se jugará en Francia, busco responderme algo simple: ¿por qué diablos no apoyo a la selección nacional de ''julbo''?  






Como cualquier hinchaje en la vida, debes tener algo que te guste o te jale del equipo al que apoyas; bien sea porque tu papá te llevó al estadio de pequeño, porque te dijeron desde que tienes uso de razón que dicho equipo es el ''mejor'', porque todo tu círculo de amigos y familiares son de determinado conjunto o porque simplemente no lo sabes y disfrutas el deporte, siempre hay ese algo que te acerca o te aleja de algún equipo. En mi caso, soy hincha confeso de la 'U' (porque la 'U' es la 'U'), del Bayern Munich (mucho antes de que Pizarro juegue ahí) y desde hace unos dos años, del Borussia Dortmund (por el tipo de juego y la historia del club). Todos estos equipos tienen algo que me gusta, con lo que me identifico y es algo que no siento respecto a los 11 fulanos que salen al campo de juego a decir ''vamo', vamo' a ganar carajo, Perú, campeón''. 



¿Por qué ellos sí y nosotros no?



Para mí, apoyar a la selección por el simple hecho de ser peruano, es como ser la mamá del niño feo en un concurso de belleza: lo apoyas porque bueno, qué te queda; es lo que se ''debe hacer''. Será la falta de carácter, la falta de compromiso o tener la sensación de que cualquiera que tenga un par de partidos buenos ya es seleccionable. No aprecio amor propio y orgullo por estar ahí, ese deseo de salir a ganar, de comerse la cancha, como se dice. Veo más amor propio en un aguerrido paraguayo, en un incansable uruguayo o en un picón argentino. Cuando pierden peleando, ¿qué se les puede exigir?


Naturalmente que cuando juega Perú no me es indiferente pero para mí se trata más de ver el partido por observar las reacciones e ilusión del resto. Soy tal vez una de las personas más apáticas para ver un partido de la selección porque no los vivo; no me frustro cuando pierden ni me alegro cuando ganan. Digo ''gol'' cuando la pelota va a entrar a cualquier arco y hay cierto disfrute en fastidiar a algún hincha diciendo que simpatizo con el juego de Chile por la entrega que tienen, como si decir que me gusta cómo juega Chile me convierta en un traidor a la patria.


Felizmente, ello no me hace más ni menos peruano que el más ferviente hincha de la selección. Soy tan peruano como todos ustedes, no tanto al nivel de un dedicado policía o miembro de las Fuerzas Armadas pero sí tanto como cualquier hincha mortal del fútbol. Mi amor hacia mi país no se refleja en un deporte y creo que como país y sociedad tenemos un enorme talento y potencial, a veces aprovechado y otras tantas desperdiciado. Como sociedad, pienso que somos alegres, hospitalarios, acogedores y bastante creativos; luchadores, emprendedores y optimistas. Estas cosas no las veo en el fútbol, por lo que no me siento representado en la selección. 






Es cierto, nunca vi a Perú en un Mundial, ni lo vi levantar trofeos (que tampoco hayan sido muchos en toda la historia). No he visto a Perú en sus mejores momentos. No vi a la selección que inspiró esa canción ya anacrónica "Perú campeón'' ni a la frase ''qué bonito juega Perú''. Me tocó ver el 7-0 propinado por Brasil, ver el 4-0 en Santiago, agachando la humillada cerviz y varias derrotas en condición de local, mediando escándalos extradeportivos y el sectarismo ''fachón'' de los 4 Fantásticos.


No tengo grandes pronósticos para las siguientes semanas. Pienso que le ganarán a Haití, que después del partido la prensa creerá que seremos campeones del mundo, y que unos días después Ecuador nos dará una cachetada a la realidad, como ha venido pasando durante tantos años. No ''nos'' deseo el mal ni el fracaso, aunque tampoco una eventual victoria del torneo me hará sentir parte del triunfo ni que corra a comprarme la camiseta (Luis Miguel dijo ''Sueña'', ya pues, soñaré). Es muy fácil subirse al bus del ganador (Champions League, ¿alguien?) y lanzar huevos en los momentos malos. 



Uruguay 1950



Me mantendré al margen de ellos, de nosotros, en las buenas y en las malas, hasta que encuentre ese algo, ese no sé qué que despierte mi deseo de entregarles mis emociones y mis deseos de leer sobre hazañas y logros, mi deseo de alegrarme con ellos y de sufrir juntos; aunque sea una centésima parte del valor y entereza de un Uruguay de 1950 o de ese amor propio de un Liverpool del 2005. Por lo pronto, no lo veo, no lo escucho ni lo siento. 


Editando la canción publicitaria, nos deseo lo mejor... 


''Porque [no] creo en ti, vamos, vamos Perú"...




P.S.: gracias a los 4 gatos que me preguntaron por mi Blog y si volvería a escribir. Un caluroso y amoroso ''miau'' para ustedes.