Tengo un hijo y lo están viendo. Nació aproximadamente en
marzo y en sus cortos meses de vida ya sufrió mi total abandono y desatención.
Considero que empecé bien, dándole a mi hijo su comida semanal, para que crezca
y sea conocido. Pasé mucho tiempo pensando en cómo hacerlo, me rompí la cabeza
pensando el nombre, cómo sería, qué cosas haría con él.
Mi ilusión de padre me duró unos meses y ahora con cierta
vergüenza volteo para verlo. Ha acumulado polvo, casi nadie lo recuerda pero
ahí sigue, fiel al castigo y es que no pudo escoger a su padre. De haberlo
podido hacer tal vez hubiera escogido a alguien más constante y amoroso.
Así que, hijo, nunca es tarde para las disculpas porque aún no
mueres. Sigues vivo; no coleando porque hace meses te olvidé, pero te
alimentaré “ahora sí” seguido. Tengo mucho alimento pendiente para ti. Pero te
alimentaré de a pocos para que no te empaches y no caigas tan pesado como
Carlos Alcántara en una “nueva” película de material reciclado de baja calidad.
Pretendo mostrarte más al mundo, no prostituirte.
Así que hijo, blog, te escribo para decirte que volveré a
hacerte caso. Prometo alimentarte al menos 52 veces para cuando cumplas tu
primer año. Quedan 32 alimentos pendientes para ti.
Y a pesar de todo, y de mi poca constancia, no te quedará más que
creerme…
No comments:
Post a Comment