Sunday, June 28, 2015

Fader's Dei


El Día del padre es el hermano menor del Día de las madres; el Luigi de Super Mario Bros. : está ahí, te acuerdas de él pero rara vez es más importante o más tomado en cuenta. Lo gracioso es que los padres, en su naturaleza de hombres, no se afectan ni se arañan si alguien no los saluda por su día.




En mi época escolar, recuerdo que para el Día de las madres era la actuación, el regalo, el poema y cualquier chuchería que la profesora hacía y te la daba para hacer creer a las mamás que lo habías hecho con tus pequeñas y torpes manitas. Para el Día del padre era  por ahí algún regalito y ya... No bailes, no actuación, un domingo más en el cual le decías a tu viejo “feliz día, papá, ¿qué vamos a almorzar?”. Los años transcurrieron, y los marketeros empezaron a explotar esta fecha también (“si amas a papá, regálale…”) pero eso es otro tema.


"Te preparamos desayuno. Hay muchos regalos sobre la mesa..."

En todos los Día del padre, siempre, mi centro de atención ha sido mi papá. No conocí a mis abuelos -aunque existe entre algunas mujeres de mi familia, el mito urbano de que muchas cosas tengo de mi abuelo, como si parte de él estuviera en mí-. Por ende, no tuve un papá postizo, mi viejo era mi viejo, el [único] paquete completo.


El Día del padre más especial que recuerdo ocurrió en el 2012 y fue uno de los más sencillos. No hubo un viaje a algún lugar exótico, tampoco un costoso almuerzo. Sólo hubo una parrilla en casa, mi hermana, él y yo. Hasta la fecha es uno de los momentos más familiares que haya sentido y vivido. Comimos, tomamos algunos tragos y conversamos y conversamos; reímos mucho, escuchamos música, recordamos anécdotas y disfrutamos de nuestro grupo de tres. La celebración nos duró hasta la medianoche; ya un poco abatidos por el cansancio y por los numerosos chilcanos de pisco, cada uno se guardó en su cama para darle la bienvenida al lunes. No hubo palabras sentidas, ni muestras forzadas o exageradas de amor. Hubo compañía, bienestar y mucho agradecimiento de parte de cada uno por estar en dicho momento disfrutando los tres y creo que lo simple lo hizo memorable.


(... y papá).

Últimamente me han preguntado mucho si soy padre y mi respuesta es la misma: “ni firmados ni sin firmar”. Antes me decía a mí mismo que no estaba listo para serlo, ahora sé que nunca estaré listo, sólo llega y para adelante. Mi sentimiento paterno es ahora, inexistente. Los bebés no pasan de ser personas pequeñas que babean, lloran y duermen, y verlos me despierta nada especial. No tengo ese “algo” de querer sujetarlos o cargarlos, simplemente no lo siento. Y a pesar de parecer descorazonado o insensible por no sentir ternura hacia ellos, confío que en alguna parte de mi ser está ese sentimiento paterno, sólo que sigue dormido y despertará el día que tenga a mi crío en mis brazos, el día en que la vida cambie y sea el momento de dejar de ser el único centro de mi propio universo. “La vida te cambia desde ese momento”, me decía con una sonrisa un amigo, cuyo único deseo es que llegue el final del día para ir corriendo a casa a jugar con su bebita. Seguramente que sí, así será y lo sabré cuando sea mi momento. Criarlos y verlos crecer debe ser más bonito que hacerlos, ¿verdad?


Siempre recordaré que he sido hijo antes de ser padre, y deseo emular todo lo bueno que mi padre ha hecho conmigo. Entre tantas cosas, le agradezco el jamás haberme dicho que no puedo lograr algo, el animarme a conseguir las cosas por mí mismo, sin esperar a que alguien me las haga; por su confianza absoluta en mí y por siempre pensar que puedo dar algo más; por respetar mis decisiones y dejarme elegir las cosas que considerara mejor para mí, por respetar mi forma de ser, no queriendo que yo sea como él quisiera; y sobretodo, por darme y hacer lo mejor de sí, por ser mi papá. Y la lista podría continuar, al igual que si hiciera una para mi mamá…


Siempre recuerda a esa persona que estuvo ahí para ti: tu papá


Mis hijos queridos, que los bendiga Dios…” dice la canción de Oscar D’León; tal vez sea algo que todos los padres quisieran para sus hijos. Cuando llegue el momento de convertir a mi papá en abuelo, espero poder hacer con mi “cachorro” todas las cosas buenas que recibí de mi papá. Tengo por seguro que él no quiere que sea como él –y yo tampoco lo deseo-, él quisiera que sea la mejor persona que puedo ser. La mejor forma de agradecerle por todo lo que me ha dado es siéndolo.


Feliz día (muy atrasado), papás, especialmente al mío. ¡Gracias, papá!




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